La forma en la que nos construimos como individuos en esta sociedad aún sigue siendo un misterio para muchos. Mientras vemos que cada vez es más fácil acceder a los estudios y conocimientos, parece que se nos presenta una representación de la realidad más distorsionada para algunas personas que para otras.

De hecho, hablar de estos temas implica en la actualidad parecer que estás quejándote todo el día de algo que ha sido así por mucho tiempo, y que realmente es normal. Solo quieres llamar la atención y ser considerada una persona de la “generación de cristal”. Porque cuestionar todo el sistema en el cual vivimos no está bien, amiguita…

Mientras crecía, a finales de los 90, cuando los videojuegos empezaban a experimentar su crecimiento como industria, jugar se convirtió para muchas personas en el hobby favorito. Al cual podrían echarle unas horas y evadirse de la realidad. Cabe acotar que como niña no me costaba porque mientras creces no cuestionas tu contexto.

Pero mientras maduras te vas dando cuenta de que, como niña de clase media-baja, sufres determinados tipos de carencias que no pueden ser suplidas y que, además, en los medios tradicionales no suelen ser representadas. Más allá de soñar con ser “Cenicienta”, que venga ese príncipe blanco (porque negro no vale) y me rescate de esta vida de miseria y pobreza, que me lleve a su castillo a ser felices y comer perdices.

Ese cuento es para una niña pobre, pero si además le vamos añadiendo capas como ser una mujer racializada, tener el cabello ondulado, ser baja, no tener rasgos finos… todo se vuelve mucho más complicado. Si nos quedamos con las principales representaciones femeninas, entonces es prácticamente imposible identificarse con alguna al 100% a lo largo de tu vida.

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,Sí, lo sé, a estas alturas del artículo ya estás pensando que “siempre me hago la víctima”.

La pregunta es: ¿Por qué hablo de esto? ¿Acaso esto tiene que ver con los videojuegos?

La respuesta es que sí.

Y no, no me vengas con lo de que “es que ahora toda la culpa es de los videojuegos”…

Porque es culpa de los videojuegos y a la vez no lo es. No es solo culpa de los videojuegos y sí es culpa de que vivamos en una sociedad en la cual, queramos o no, existe una hegemonía cultural, por la cual, la ideología dominante es la socialmente aceptada, generando violencia simbólica hacia las clases dominadas. Y, como mencioné anteriormente, cuestionarlo es ser tildada de “débil, blandengue o generación de cristal”. El “snowflake” que usan ahora tanto los estadounidenses.

Los medios culturales, por años, son los que se han encargado y se encargan de dominar todo lo que consumimos. Se encargan de determinar lo que como individuos pensamos que es lo “normal” o básicamente lo aceptado socialmente. Una sociedad que culturalmente es muy diversa y amplia, pero que ha perpetuado y sigue perpetuando la visión, creencias, valores, costumbres, entre muchas otras… de la gente que domina en el poder, que en este caso no es otra que la gente blanca. Y todo esto transmitido a través de distintos medios como películas, libros, estudios, y también en los videojuegos. Un agente socializador que hoy en día tiene mucha trascendencia.

Poder comprender estos conceptos es lo que me ha llevado ahora a poder analizar la cultura en general, y lo que me llevó en los videojuegos muchas veces a cuestionarme por qué no conseguía identificarme con los personajes femeninos. Más allá de la sexualización de las mujeres en sus personajes y su poca trascendencia, tampoco encontraba alguna que tuviera mayores preocupaciones relacionadas con lo que implica el ser mujer.

Esto es lo que me ha llevado a –sonará y me ganaré mucho hate por esta afirmación– que odie en gran medida a Lara Croft. Más allá de ser una representación de una mujer en un videojuego donde todo gira en torno a ella, no me parecía, y sigue sin parecerme, un personaje realmente que me aportara algo. Era una chica blanca, rica y que podía hacer lo que le apetecía. ¡Pues vaya novedad!

Para complicarlo aún más, en muchos juegos me costaba encontrar a mujeres negras o morenas, y si me pongo tiquismiquis, mujeres asiáticas… Referentes que pudieran crear en las mentes de niñas como yo la idea de que merecemos ser reflejadas. Porque aunque cueste mucho creerlo, todo lo que consumimos por los medios visuales influyen en nuestro crecimiento y desarrollo como ser humano. Y el discurso actual sigue perpetuando la idea de que no ser blanca en este mundo no está bien.

Como chica jugona puedo decir que esto sí influyó en mí, y mucho. Tal vez a otras personas les parezca intrascendente. Y no niego que su visión sea igual de válida que la mía, pero algo que sí celebro hoy en día es que haya más representación femenina con un fundamento y background rico en su historia. No obstante, habría que replantearse eso de que la mayoría sigan siendo chicas blancas. Para mí, sin duda, es algo que tienen pendiente los estudios de videojuegos.

En fin, después de la chapa, bon día y feliz fin de semana, gente. ¡Que ya se acaban las vacaciones!