Brujas somos todas
Octubre, hemos llegado al conocido mes de las brujas. Salem, Zugarramurdi, Trasmoz, Bamberg, Mecklemburgo, Suffolk, Essex… sitios que hoy en día visitamos tan tranquilamente, pero donde se cometieron masacres. Las caza de brujas comprende un periodo entre los siglos XV – XVII en el que las víctimas fueron en su mayoría mujeres que se negaban a someterse a las leyes o dictámenes masculinos. Eran acusadas de realizar “brujería”, “invocar al mal” o “estar poseídas” y a día de hoy sigue sin saberse o establecerse un número fiable de víctimas, ya que muchas actas desaparecieron y otros tantos casos nunca se registraron. Decenas de miles de mujeres muertas a causa de acusaciones tan absurdas como haber nacido con una marca en una determinada parte del cuerpo.
Pero toda esa masacre y destrucción –que acabó con la vida de miles de mujeres inocentes y destrozó familias enteras– ¿obtuvo algún castigo? OBVIAMENTE NO. Estos hechos evolucionaron como un mito folclórico y debido a su banalización se ha retratado y utilizado en todo tipo de medios como películas, series, videojuegos, canciones, libros y hasta chistes; donde las brujas son mujeres viles, viejas, feas, con verrugas y sombreros puntiagudos que tienen un único propósito: hacer el mal y destruir la felicidad de las personas.
Esta concepción de maldad nace a través de ideario de la cristiandad, que además impone una idea de feminidad en contraposición a la misma. Esta idea sigue predominando hasta nuestra era y conlleva el arquetipo de las mujeres vírgenes, buenas y serviles.
Actualmente se sigue utilizando como insulto, un arma arrojadiza contra las mujeres. Sin ir más lejos, hace unas semanas pudimos observar en el Congreso cómo un diputado de VOX tildaba de “bruja” a una diputada del PSOE hasta en tres ocasiones, simplemente porque esta apoyaba la iniciativa de su partido de penalizar a aquellas personas que increpan y acosan a otras mujeres que acuden a clínicas abortivas. Aunque el motivo carezca de importancia, y a pesar de que retiró el insulto después, el daño ya estaba hecho.
Llamar bruja a una mujer es tan normal como decirle loca. Pasó de ser una palabra que representaba el miedo y por el que, en otro tiempo, una mujer habría sido condenada a muerte, a ser un insulto misógino. No me parece extraño que la vida de las mujeres nunca haya sido importante y, por consiguiente, mucho menos su muerte.
Pero, ¿quiénes fueron estas mujeres?
Las “brujas” fueron las que empezaron a incursionar en las prácticas medicinales a través de las plantas, entendiendo las ciencias, acercándose a temas desconocidos para muchas personas. Mujeres cultas que tenían hambre de saber y de conocimiento.
Son las primeras mujeres feministas que se atrevieron a no seguir los mandatos impuestos para ellas por su género. Fueron las primeras en salir del espacio privado, al cual hemos sido relegadas por siglos. Mujeres que se atrevían a ser diferentes y compartían el deseo de la libertad. Curanderas, sanadoras, científicas, monjas, madres, hijas, ricas o pobres fueron reprimidas por sus comportamientos y prácticas. Por atreverse a ser, a pensar e incluso a existir.
Mirando un poco más atrás y buscando el origen de las brujas en la mitología clásica, la cual es la cuna de la civilización occidental, encontramos una representación de la diosa bruja, llamada Hecate. Esta era una de las principales deidades adorada y venerada, a la que se relacionaba con las encrucijadas, hechicería, magia, brujería, nigromancia, conocimientos de hierbas y plantas venenosas. Todo esto se debe a que practicar la magia en la cultura romana y griega era legal y ampliamente utilizado por la sociedad.
Todas estas costumbres y veneración a deidades fue borrada por la cristiandad, las prácticas vetadas y castigadas para someter a poblaciones enteras.
Las brujas del presente
Las feministas llevan años trabajando en la reapropiación y reivindicación de la figura de la bruja. Tenemos al grupo WITCH (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell) que surgió en los años 60 en EE. UU. En las marchas feministas actuales se suele gritar la consigna de “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”. Por todo ello, es importante seguir vindicando a las brujas y su representación estereotipada.
Conocer la historia es vital. La caza de brujas contribuyó a formar el ideario que tenemos actualmente en nuestra sociedad, toda esa represión a la diversidad y el castigo a lo diferente. Lo que hoy pertenece a una de las fiestas más celebradas a nivel mundial conllevó la muerte de miles de mujeres y escribió un periodo negro en nuestra historia que no debe ser olvidado.
En cuanto a nosotras, tomamos nuestro nombre en honor a la Diosa, como un homenaje a todas esas mujeres que fueron acusadas vilmente por atreverse a ser, por todas esas mujeres que estudiaron, investigaron, curaron, amaron, pensaron y por las que cada día siguen luchando contra el sistema. Por ustedes y por nosotras. Porque nos queremos vivas.